lunes, 31 de julio de 2023

Alrededor de la Reputación

 

Victoriano Reyes C. 

Los estrados judiciales de diversas partes del mundo están ocupados en querellas por adulteración del aceite de la vida: le reputación. Los jueces tienen la palabra, porque las indemnizaciones que se cobran son enormes. Se recuerda el caso de la película sobre Rasputín, el Diablo Sagrado, que dio origen a un juicio de parte del Príncipe Yussupov, porque el relato cinesco no se ajustaba a la verdad y hería reputaciones familiares.

Ahora el hijo del famoso tenor Enrico Caruso y dos nietos de éste han enjuiciado a la compañía de películas que hizo “El Gran Caruso”. El argumento esgrimido en defensa del fenecido cantante operático es que la cinta “desnacionaliza al abuelo” y que el triunfo inicial de Caruso es ubicado erróneamente en EE.UU., además de que el cantante no era un desconocido cuando llegó a Nueva York. Respecto del intérprete Mario Lanza, los parientes de Caruso lo consideran un principiante…

Otro juicio sobre reputación herida es el iniciado por la familia de Rodolfo Valentino en contra de los productores de la película sobre la vida del inolvidable intérprete del Águila Negra y el Hijo del Sheik. La demanda habla de “vergüenza, ridículo, humillación y mortificación”.

En la realidad se vive en la incertidumbre de cuáles son las versiones verdaderas de las vidas y acontecimientos. Empero, no se requiere una cultura muy vasta para poder dar con los gazapos en el cine. A los errores de ubicación histórica o cronológica, hay que sumar los errores de utilería, para los cuales no hay querellas judiciales. No  se puede enjuiciar a una compañía por un Nerón que contempla el incendio de Roma, mientras luce un reloj pulsera. En una astracanada se admite eso y mucho más, pero en una cinta que presume de seriedad histórica es una aberración.

La película rusa “Iván El Terrible” no estuvo ajustada a la verdad histórica. Con trajes magníficos y ángulos fotográficos nuevos se deformó la verdad. ¿Quién fue Iván? ¿Por qué se le apodó “El Terrible”? ¿Nadie se acuerda de lo sufrido por la familia de los Strelsi. Nada de eso apareció en la pantalla fuera de los artísticos perfiles y las escenas grandiosas. Por faltar a la verdad en películas se puede enjuiciar, pero solamente cuando se perjudica la reputación. Sin embargo, cuando la mala reputación es convertida intencionalmente en buena, nada se puede hacer judicialmente.

La película “El Ciudadano” causó incomodidad en la familia del periodista norteamericano William Randolph Hearst y hubo esbozos de juicios.

Los factores personales y colectivos (de países) tienen idénticas reacciones ante el problema en cuestión y se producen los conflictos judiciales y las prohibiciones. Es que el mundo vive hoy del aceite de la reputación y su adulteración causa enojo e incomodidad, porque todos siempre piensan en las prodigiosas aceitunas de la verdad, que aunque escasas se buscan con incansable afán.

Recopilación de:  Alejandro Glade R. /Escrito por: Victoriano Reyes Covarrubias.

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