martes, 15 de marzo de 2022

Magia de la yerba.

 La carta me emocionó. Fue escrita seguramente por alguna persona ya crecida, pero con pocos años de colegio. Y la escribió a nombre de una viejecita que clama por la yerba para su mate.

“Por favor, señor si usted puede hacer algo para que no suba más la yerba, se lo agradeceré con el alma. Es lo único que tomo”, decía la carta.


Parece que por las tierras de Curicó escasea el artículo, y por ende, su precio ha subido.

Me imagino a esa viejecita junto al brasero, bebiendo el mate que constituye su vida. Su dramático clamor me ha hecho olvidar todo aquello desagradable que dijo Gil de Otto sobre el mate. Las penas se van con la yerba; el hambre se mitiga, y la conversación se intensifica y se prolonga. En realidad, en los campos aún la yerba es codiciada por las gentes sencillas. ¿Para qué el café y el té? El café tiene un aire metropolitano, de elegancia, de cosa sumamente cara, esquivo y engreído. El té, por su parte, con sus sabores de Oriente, también se prodiga poco y pasa enclaustrado por una hurí que se deja ver solamente ante los grandes señores. Además, el “teísta” forma una secta secreta, que da pasos clandestinos y está adquiriendo la psicología del pirata, aunque de un pirata de cartón sin aventura y desprovisto de romance grosero o delicado.

Es por esto que la yerba adquiere una magia. Para la viejecita todavía constituye una salvación para sus penas y para sus recuerdos. Ruega que no le quiten el sustento de su corazón o por lo menos que logre comprar lo necesario para pasar el invierno, quizás el último de su vida…

“Se lo agradeceré todo el resto de mi vida”. Así dice al final de la carta. Y un nuevo pensamiento surge con aquello del “resto”. ¿Le quedará mucho que vivir o muy poco? De todos modos, ella espera la magia de la yerba, esa magia que tiene una influencia grande en su ánimo. La infusión clorofílica no debe faltarle en los últimos años de su vida. La yerba mate es menos estimulante que el café y el té, según se ha dicho desde tiempo inmemorial, pero la ciencia sabe ahora que las tres bebidas poseen una igual cantidad de cafeína. Bien, estos líos son de la fraternidad hipocrática.

La viejecita, sin duda, conoce la técnica para cebar el mate, Con los años que tiene, ha perfeccionado sus ademanes y la dosis. Y más que todo, relatará junto al brasero cosas de antaño, cuando ella era niña y la yerba era buena y barata. Esa yerba cantada por Rubén Darío y Yamandú Rodríguez.

 

Recopilación de: Alejandro Glade R. / escrito por: Victoriano Reyes Covarrubias.

 

 

miércoles, 2 de marzo de 2022

El traje de alquiler.

 


El traje de alquiler se ha hecho muy común entre nosotros. En cada fiesta pública o privada, estos trajes salen de los escaparates para sacar de apuros. Sin embargo, se les critica, se les mira con un aire de desprecio, a pesar de que parece que elevan en la escala social. No hablamos solamente del chaqué, frac o smoking, sino también del corriente traje de calle de color negro.

Hemos interrogado a uno de estos de alquiler utilizado hace pocos días. Doblado sobre el respaldo de una silla, habló con voz cansada, casi apolillada. 

Dijo:

-Jamás ha habido misión más triste que la mía. Llegan a mi con un afán loco y desbordante y luego me dejan abandonado. El que me lleva cree que me da vida, no obstante, soy yo el que hago ver el mundo de otra manera… La pena está en que sufro mutilaciones y alforzas. Y con todo esto me pongo viejo. Yo era negro y ahora estoy color ratón, casi verdoso. Eso no sería nada. Lo desesperante es que no le quedo bien a nadie debido al exceso de arreglos. Pero tengo algunas satisfacciones como la de ver nuevamente en una fiesta a un antiguo amigo que he servido y que me reconoce… me doy cuenta de su reconocimiento en sus reiteradas miradas hacia mí.

Y prosigue, en su confesión, como si se escobillara:

-A muchas personas les doy un orgullo falso. Esto me fastidia. Reconozco que los trajes tienen más efecto sobre los seres humanos que lo que corrientemente se imagina. Ahí está Jerome con sus afirmaciones. Se altera la naturaleza del individuo. Pero el alquiler aplasta un poco. Contribuyo modestamente a la gran comedia de la vida en ocasiones, como si yo fuera un disfraz… La percha a veces no me acompaña y ¡cómo me duele la aguja con cada alforza! Ahora entraré tierra sobre mis solapas y cuello como si fuera un cadáver. Cuando me…

Y lo dejaron con la frase trunca, porque unas manos rápidas lo tomaron y se lo llevaron para hacerle nuevas alforzas…

                                                                                                                                   V.R.C.

 

 Recopilación de Alejandro Glade R. / Escrito por: Victoriano Reyes Covarrubias.

Las joyas de Goethe

 Por: Victoriano Reyes Covarrubias. Victoriano Reyes C. Las joyas que regaló Goethe no fueron sólo como el anillo de Carlota Buff, la heroín...