sábado, 23 de enero de 2016

Nacimiento en llamas.


V.R.C.

Sábado 25 de Diciembre de 1948.

El nacimiento se había incendiado la misma noche de Navidad. Los restos de los papeles quemados estaban allí y las figuras legendarias, aún en la posición de adoración, mostraban las huellas de las llamas en sus rostros y ropajes.

Esa mañana había llegado al fundo de un amigo, y en las casas la noche anterior, los inquilinos del lugar se habían reunido para cantar villancicos y rezar la Nochebuena. No podré olvidar jamás el espectáculo de un nacimiento destruido por el fuego. Y sobre todo, en el campo, en una lejanía de varias leguas a caballo desde el poblado más cercano.

En el suelo, dos o tres lagunillas; las paredes ennegrecidas y  el olor a incendio característico. El Niño Dios y la Virgen María, milagrosamente, no tenían huella ninguna de la acción del fuego. Los Reyes Magos parece que habían luchado contra las llamas, porque los regalos se hallaban intactos, pero ellos estaban derretidos. Todos los adornos de papeles de colores y pajas finísimas del nacimiento estaban transformados en ceniza. Los corderitos del nacimiento  hechos caseramente, achicharrados, con sus lanillas negras, algunos todavía de pie y otros reducidos a masas informes.

San José quedó fuera de toda identificación.

Registraré los restos del nacimiento, ante el cual la Nochebuena los hombres, mujeres y chiquillos campesinos se habían reunido con ojos deslumbrados. Descubrí los presentes más ingenuos. Hasta frutas en canastillos pequeños había entre los papeles quemados, y entre los escombros – el incendio fue peligroso, pues amenazó con quemar la casa del fundo – estaba casi intacto un legajo con versos a la Señora Doña María. Pasé largo rato leyendo esas estrofas junto al nacimiento destruido. Recuerdo algunas:
                               Señora Doña María
                               Yo vengo del otro lao.
                               Y a su niñito le traigo
                               Duraznos priscos “pelaos”

Sobre el papel quemado, todavía podían distinguirse manuscritas las otras que decían:

                               Señora Doña María,
                               Yo vengo de Pelequén.
                               “Amontado” en una escoba
                               Viene a cantarle el pequén.

Y también:   
      
                               Señora Doña María,
                               Yo vengo de Quilicura
                               Y a su niñito le traigo
                               Unas peritas maduras.

Grande debe haber sido el candor de esos campesinos cantando a la Señora Doña María. Y grande también habrá sido su dolor al ver el fuego sin miramientos, devoró en un instante el fruto de muchos desvelos y esperanzas.

Pero la gente lugareña se conformó según me dijeron, porque el Niño Dios y la Virgen María habían salvado sin un rasguño del incendio. Para el año próximo habría otro nacimiento y nuevos cantos y regalos.



Recopilación de: Alejandro Glade R.

martes, 19 de enero de 2016

Marañón nos consuela


V.R.C.
La reciente huelga de médicos nos ha hecho pensar gravemente en las enfermedades, en la orfandad súbita de la salud y en el Doctor Marañón. Parecerá extraño que mencionemos a este médico español a raíz de la última huelga de facultativos que tuvimos aquí, pero, aunque contamos con muchos amigos entre los discípulos de Hopócrates, ha sido el Doctor Marañón el que nos ha dado un pequeño consuelo ante ciertas realidades que nos sobresaltan de modo que para otra huelga de médicos ya no estaremos tan “de a pie” para soportar la orfandad de la salud.

En el reciente mes de Agosto, Marañón que es Director del instituto de Patología General de Madrid, publicó un folleto titulado “Critica de la Medicina Dogmática”. El resumen de ese folleto es interesante, si tratamos de curar todas nuestras enfermedades, posiblemente hacemos más mal que bien. ¿Qué tal? Y luego afirma que “se necesita cierto grado de enfermedad para continuar viviendo”.
¿Cae por tierra, acaso, aquello de que toda vuelta a la salud es el producto de la desintoxicación?

Estos campos de discusión  no nos pertenecen, pero como organismos sujetos a enfermedad nos interesa el asunto desde el punto de vista de la huelga de médicos, porque si tomamos en cuenta lo dicho por Marañón, la próxima huelga de facultativos encontrará a los enfermos en una actitud poco aprensiva. ¿Para qué preocuparme tanto de la falta de médicos? ¿No hay que estar algo enfermo para seguir viviendo? A lo mejor el bueno y sano es el enfermo. ¡Qué paradoja!

La ciencia es a veces tremendamente sarcástica y en este caso parece que tiene visos de broma, pero repetimos que este terreno nos es vedado, aunque sentimos un secreto impulso de  meter las narices en la magia de los laboratorios. ¿Acaso nuestro cuerpo no es un laboratorio perfecto? En su serie de frascos hay materias inofensivas y venenosas, que se complementan para que la magia sea completa y asombrosa en sus manifestaciones de vida.

En la próxima huelga de médicos – si llegara a producirse- leeremos ansiosamente otra vez el folleto de Marañón para aplacar nuestra inquietud, pero es una lástima que ese folleto sea tan corto. Se puede correr el riesgo de que la huelga sea más larga…



Recopilación de: Alejandro Glade R.

domingo, 3 de enero de 2016

Mal gusto

V.R.C.
En días pasados acompañé a un amigo al estudio de un dentista, para que le hiciera una pequeña intervención. Por supuesto que el amigo andaba todo adolorido, de mal humor, y más que nada con poca paciencia disponible. Bueno no es preciso tener dolor de muelas en este tiempo, para andar con el ánimo hecho pedazos.

Y de esa visita saqué en limpio que algunos profesionales, dentistas, médicos, abogados y otros tienen un pésimo mal gusto para arreglar las salas de espera. Mi pobre amigo, que sufría enormemente con su muela, quedó horrorizado en la sala de espera al ver una estampa de unos caballos puesta en un marco en la pared. En realidad la estampa era antipática como los muebles, la mesita, las revistas, el escupitín y las flores. El florero no tenía nada de artístico ni por dentro ni por fuera.

Las flores estaban marchitas y colocadas “al lote”. Una rápida mirada a las paredes de esa sala de espera, era para gritar, no por el dolor de muelas, sino por el mal gusto artístico.

Esto también ocurre en los estudios de algunos médicos y abogados. Creen que la persona que está en la sala de espera puede prepararse mentalmente con todo ese mal gusto, para luego entrar plácidamente a la clínica o a la sala-escritorio. ¿Qué no recordamos la parafernalia que utilizaban antes los proto-médicos, los sangradores y los saca-muelas? ¿Los abogados no trataban de impresionar con miles de libros que no habían ni ojeado? Hay algo en todo eso, aunque se tiene por cosa superficial, que puede utilizarse en las salas de espera. Prácticamente, muy poca gente va a las exposiciones de arte, pero todo el mundo va a los estudios de los abogados, dentistas y médicos. En la espera, el cliente necesita todo el solaz y estímulo que puede dar el arte bueno, pero ocurre que el arte que se encuentra en la mayoría de las salas de espera hace sentirse al cliente peor que cuando entró.

Un cuadro de yeso en relieve, con colores chillones; un marco verdoso que encierra una tela en que prima un azul marino, con blancas nubes de albayalde: una estampa de calendario antiguo, con otro marco color caoba un tanto deteriorado; los caballos que hicieron gritar a mi amigo; una mona de yeso y otra de marmolina, en una mesita, y unas revistas del tiempo del agua de Kananga… ¡Y pensar que los profesionales no son arqueológicos!¿Por qué descuidan tanto este factor? ¿Acaso no han pensado en la química mental del cliente, que pasea una y otra vez sus ojos sobre los objetos y los va asociando con el profesional que desea ver o consultar?

Sería preferible una sala de espera pelada, sin ningún adorno, antes que todos esos mamarrachos que ponen en trance a los clientes antes de llegar a la mesa de consulta o intervención. Yo creo que flores frescas todos los días en bellos floreros, compondrían mucho la cosa, aunque quedaran esos atroces cuadros colgados en las paredes. También es cierto que es más fácil alcanzar una estrella con la mano que encontrar flores bonitas y baratas. Pero, que se haga un sacrificio en bien de los que esperan.



Recopilación de: Alejandro Glade R.



Las joyas de Goethe

 Por: Victoriano Reyes Covarrubias. Victoriano Reyes C. Las joyas que regaló Goethe no fueron sólo como el anillo de Carlota Buff, la heroín...