Por: Victoriano Reyes Covarrubias.
A cuatro mil millas de Valparaíso,
anclado en medio del Pacifico, y más allá de la Isla de Pascua, está Pitcairn,
trozo de tierra asombrosamente solitario, pero lleno de aventura y de leyenda.
Los relatos escritos y cinematográficos, nos han presentado al capitán Bligh y
su barco, el “Bounty”, en relación con el motín historiado.
Últimamente se ha hablado de la
isla de Pitcairn en los trazados de la posible
ruta aérea desde las costas de Chile hacia Australia, poniendo a Rapa Nui y al
reducto de los amotinados como paradillas en el largo vuelo hasta Sidney.
En los días del famoso motín, el
Pacífico, vibrante y cálido, era surcado por muy pocos buques. Los exploradores
de sus islas habían regresado al mundo civilizado con muchas maravillas que
habían presenciado: islas dedicadas a Venus, salvajes hombres que vivían en el
regazo de una naturaleza exuberante, estatuas gigantescas en la isla de Pascua
y una raza de dioses descendientes de héroes homéricos. Pero fue el milagroso
árbol del pan el que comenzó toda la historia en el siglo XVIII. Estimuló la
imaginación práctica.
En esos años ya perdidos,
partieron esos hombres al mando de Bligh desde Tahití, la Nueva Citérea, pero
no volvieron más. Sólo Bligh y sus oficiales vieron de nuevo la civilización,
después de navegar 3.618 millas en un bote, durante 41 días y bajo un sol
enloquecedor. Los amotinados se instalaron en Pitcairn y formaron allí su
mundo, el que aún se desarrolla junto al yunque que fuera del “Bounty”.
Harry Shapiro ha escrito la
historia de Pitcairn a través de seis generaciones. Contiene los detalles de la
redención de la isla. Otros como Barrow, Beechey, Lady Belcher, Fryer, Owen
Rutter, Rosalind Young y el mismo capitán William Bligh, han relatado lo sucedido
allí.
La biblia de Bligh se conserva en
Inglaterra, y ahora el libro de Shapiro que no es muy reciente pero si
desconocido, contiene fotografías de como se vive en Pitcairn, con radio,
pianos, iglesias, tribunal, teatro, regatas, agricultura, etc.
Si la ruta aérea se establece
entre Chile y Australia, las islas de Pascua y Pitcairn ganarán mucho. No serán
simples “piedras para pisar” en el enorme charco del Pacífico, sino lugares de
comercio, sitios para vivir con tranquilidad, lejos del maelstrom de los
continentes. Pero surge la pregunta de siempre: ¿Se interrumpirá la vida
apacible de esos isleños? En cuanto a Pitcairn ¿no eligieron sus primeros
residentes el aislamiento antes de regresar a la vida civilizada? ¿Qué
civilización? Los descendientes de Fletcher Christian y los otros, hoy día
llevan el sello del amotinamiento. Esa es su herencia. Pero, sin duda, desean
olvidar toda pasada aventura. Ellos quisieran que a pesar de los cientos de
años, el capitán Bligh todavía estuviera navegando en su bote hacia Timor…para
que el mundo no se ocupara de su historia. Empero es interesante, y cada libro
ahonda la leyenda.
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