jueves, 30 de julio de 2015

Baño y Canto

Baño y Canto.    

El pobre hombre llegó a dar explicaciones hasta la puerta de sus vecinos.

Victoriano Reyes C.

Jamás se había sentido más humillado, pero prefirió hacerlo antes que afrontar una demanda judicial… Y calló. Si, calló en el cuarto de baño, en donde todas las mañanas cantaba a pulmón lleno, asesinando a Verdi, a Puccini, a Wagner y muchos otros. Sentía una vida interior exuberante cuando le caía el agua fría en la espalda. Pero los vecinos se tapaban los oídos y en su desesperación, ante estos conciertos matutinos, recurrieron a la policía para que lo amonestaran por perturbar la tranquilidad del vecindario en horas tan tempranas. De nada le valieron sus argumentos, pues se vio vencido y tuvo que dar explicaciones en tres o cuatro puertas del edificio en que todos vivían amontonados.

Ahora el cantante matutino está pensativo. Por las mañanas se afeita mal, le tirita el pulso y no se baña tan a menudo. Le falta el canto el combustible para poner en marcha el motor de su entusiasmo. ¿Por qué no lo dejan cantar, aunque sea desafinado? Hay que defender a los cantantes del cuarto de baño. Es una manera que tienen ciertas personas para zafarse de las tribulaciones. La música es una evasión emocional. Cuando se está enamorado, rabioso, cansado o triste hay que expresar los sentimientos de una canción, aunque sea con los labios juntos como los ucranianos. El asunto de la afinación no importa, porque lo vital es cantar, porque así se olvidan muchas cosas, siempre que no sea la melodía de “Domingo Sombrío”, que causó una ola de suicidios en la Europa central y otras partes.

Los cantantes del cuarto de baño deben ser disculpados, en parte, por sus arias. Las personas que amanecen tristes están enfermas y cada día minan nuevas galerías que conducen al derrumbe. Humillar a un cantante desafinado es una crueldad sin nombre, sobre todo, si canta en el baño.

Recopilación de:  Alejandro Glade Reyes / Escrito por: Victoriano Reyes Covarrubias.


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