lunes, 28 de diciembre de 2015

Maquillaje de Santiago - 1950


V.R.C.

Con los nuevos puentes del  Mapocho, nuestra capital ha ganado en su maquillaje, aunque este sea de concreto armado. Tanto mejor. El mejoramiento de Santiago, en muchos aspectos, se ha presentado como una necesidad desde hace mucho tiempo. La construcción elemental, como lo es un puente en una ciudad como la nuestra, hace que la durabilidad y resistencia no sean como únicos requisitos para la estructura, sino también la gracia y la belleza.

En realidad el puente que más contribuye a la belleza de la ciudad será aquél que sea lo menos puente posible y que a la vez sea un espacio glorificado de la calle. En el puente mapochino, frente a independencia, se ha logrado esa glorificación, al igual que frente a Recoleta. La finalidad utilitaria no se ha descartado, pero en bien de la estética, se ha combinado perfectamente con la belleza. Y  ¡vaya! Que necesita estética ese lado de la Estación Mapocho.

La re-estructuración del puente Independencia llevará, sin duda y sin demora, a la transformación total de ese sector. La Estación se transformará en un terminal ferroviario de primer orden, pero tiene que desaparecer también el cuadro de arrabal que hay en los alrededores.

Nuestra capital es una ciudad de contrastes: a unas pocas cuadras de un Barrio Cívico imponente hay verdaderas pocilgas; junto a la moderna bomba de bencina bebe agua sucia el caballo escuálido de los “breques” y “cabritas”, y junto a un puente agradable, de líneas suaves y modernas, la miseria vagabunda, los harapos humanos en hacinamiento, se muestran como una llaga bajo el dombo de concreto quitando todo aquello de “glorificado” que la nueva estructura ha puesto en la calle y sobre el río. Es evidente que una ciudad en desarrollo tenga estos claro-oscuros, estas baldosas blancas y negras, sobre las cuales pisamos a diario. Los puntos negros de la ciudad deben ser desplazados de una vez. El palomillaje en el Mapocho parece ya una cosa endémica y un eterno contraste, aunque en sus orillas se  levanten los más desafiantes edificios o se extiendan los más bellos puentes. ¿Acaso en otras ciudades no ocurre lo mismo y durante siglos? Esta pregunta es un consuelo para la gran mayoría, empero, las nuevas modalidades urbanas, el nuevo sistema de vida los preceptos de la higiene contemporánea y la misma historia de las ciudades dicen que estos focos desagradables y perniciosos tienden a desaparecer, aunque muchos de ellos sean reconocidos y pintorescos viveros de una humanidad tremendamente real. Las modernas ciudades de Mumford no son un sueño.

Santiago está en un sitio ideal, Y el sitio es la consideración primera en la construcción de una bella ciudad o aldea. De esto no podemos quejarnos. Pedro de Valdivia tuvo buen ojo. Pero toca a los urbanistas y municipalidades la tarea de no afear el sitio elegido. Los nuevos puentes del Mapocho son magníficos y hay que seguir adelante. Una cosa pide la otra.


Recopilación de crónica por:  Alejandro Glade R.


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