Por: Victoriano Reyes Covarrubias.
Mientras los problemas candentes del cobre y del salitre monopolizan la atención del país, porque la vida económica depende de la buena venta de esos productos básicos, hay otras cosas que también obsesionan. La contextura espiritual tiene la culpa. Y esta una explicación somera de por qué, a veces, se escribe como si se estuviera en un extraño país. A menudo se nos pregunta: ¿por qué ha escrito usted sobre los dragones, cuando lo que ahora interesa es el cobre? La explicación es sencilla: los dragones también forman parte de nuestra vida, aunque no económica, pero si emocional…
Esto lo hemos pensado ante la
silueta maravillosa de un dragón bordado en una carpeta que se exhibe en la
ventana de un comercio. El reptil alado parece estar vivo, recién salido del
archivo milenario de los años. ¡Un dragón! Es infantil pensar en él en estos
tiempos de grandes descubrimientos y atroz desilusión. Los ejemplares de
dragones de la isla de Komodo son pobres reptiles que se diferencian mucho al
de la carpeta. Este último es maravilloso. Dan deseos de tener a este monstruo
por amigo y borrar todos los recuerdos de sus malandanzas aún aquellas
relatadas en las baladas de Percy y que conocemos con el nombre de “Reliquias”.
Enamorarse de un dragón bordado
revela cierto “pathos”. No obstante, el “escapismo” ambiente nos hace caer en
estos infantilismos, para olvidar el cobre, el salitre, los altibajos de la
política, los robos, los cogoteos y las mil delincuencias que se cometen y que
comparadas con las fechorías de los dragones éstas resultan nimiedades.
Una dama nos decía que en cierta
ocasión bordó un dragón en un cojín y que solía ponerlo en un sofá para que su
marido recostara la cabeza. En mala hora hizo eso, porque el marido enfermó de
raro mal y comenzó a despedir humo por las narices… ¿Sugestión? Tal vez la mala
fama de los dragones ha llegado hasta nosotros produciendo los dos estos fenómenos.
Pero ya comprarán esa carpeta y el comprador será una persona libre de
perjuicios. Los reptiles alados en cuestión han sido pintados en actitudes
demoníacas, pero todo ha sido simple propaganda. El burlesque de Carey se
ensañó con ellos, pero hoy los bordados primorosos devuelven la verdadera vida
a esos reptiles, para apreciarlos tal como eran. ¿No se ha hecho lo mismo con
los hombres? Se escribió en un tiempo sobre sujetos abominables, pero hoy se
escribe sobre los mismos en diferente tono, devolviéndoles el prestigio,
Torquemada, Napoleón Genghis Khan, Tamerlán, Iván el Terrible, etc. Creemos que
ese bordado que comentamos es una nueva “biografía del dragón” …
Recopilación de: Alejandro Glade R. / escrito por: Victoriano Reyes Covarrubias.