martes, 13 de octubre de 2015

Bajo la losa de Oloron


V.R.C.

          Hasta el cementerio de Oloron han llegado hombres y mujeres que en su juventud soñaron en las páginas de Pierre Loti. El viajero que naciera hace cien años continúa sus andanzas por lo desconocido  y,  sin duda, su pluma romántica todavía se alza combativa en contra del naturalismo, esa tendencia literaria que tuvo su marcha resonante desde Restif hasta Flaubert.

Bellos sueños brindó Loti en los libros que devoramos ansiosos cuando muchachos y que llevábamos al colegio entre los cuadernos y los textos de estudio. Fueron los días en que todo nos parecía suave y sentimental. Julián de Viaud fue nuestro amigo, el pariente viajero que llegaba no con regalos materiales de tierras extrañas, sino con el bagaje de poesía y de ensueño, hablándonos de mujeres hermosas, de hombres doloridos y paisajes sin par. ¿Y dónde no estuvo? Sus viajes fueron una realidad y todo lo vio con una  sensibilidad maravillosa.

A diferencia de otros novelistas que hacen escenarios de “composición”, postizos y falsos para sus personajes, este escritor francés del exotismo romántico vivió personalmente la exuberancia de los climas y la tristeza de los rincones olvidados de las ciudades lejanas. Nada hubo en él que no tuviera la marca de la autenticidad en medio de su imaginación de novelista. Cosa extraña, paradojal si se quiere, pero sus libros han quedado como recuerdos melancólicos de la peregrinación de un paisajista de la novela.

Oficial de marina, enamorado de los horizontes, jamás pasó por su mente traicionar su propio corazón. Ya de regreso para no levar más el ancla de su buque material, siguió en su cuarto de escritor rodeado de sus cosas queridas que le recordaban sus viajes u ahí escribió hasta el final de su jornada de romero del ensueño.

En el panteón de Oloron parece que volaran gaviotas fantasmales y palomas mensajeras.. Hasta allí llegan en figuras diáfanas, silenciosas y esquivas las mujeres románticas de sus libros que han viajado desde Turquía, Islandia, Japón, Tahití y otras islas de los Mares del Sur, para depositar la ofrenda de su mirada, esa mirada que Loti supo captar en cada mujer, con lente muy personal, en el misterio de las razas.

¿Para qué vamos a decir que el barco de Loti está anclado? Para nosotros, los que estamos atiborrados de inquietudes materiales y vulgares, ese barco entró al dique seco del tiempo, pero para la juventud, para el muchacho o la niña que recién se asoma a la vida, el navío de Julián de Viaud se hace a la mar con cada primavera y en las noches invernales sonreímos cuando a hurtadillas vemos bajo la almohada de esa juventud “Las Desencantada”. Y sin querer, volvemos la mirada hacia esos lejanos días en que la emoción nos llegaba como un efluvio al leer las páginas del inolvidable marino de Rochefort.

Recopilación de: Alejandro Glade R.






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Las joyas de Goethe

 Por: Victoriano Reyes Covarrubias. Victoriano Reyes C. Las joyas que regaló Goethe no fueron sólo como el anillo de Carlota Buff, la heroín...