sábado, 10 de octubre de 2015

Niñita de Compañía

V.R.C.
         Esa tarde lluviosa ponía a los ánimos algo de tristeza. La pobre mujer caminaba con su hija hacia la casa de la dama que solicitaba mediante avisos en los diarios una “niñita de compañía”. Los pasos eran presurosos porque los empleos se arrebataban frente a la angustiosa situación económica. 

Llegaron y el timbre sonó para el Sésamo Ábrete. El dialogo fue breve:

-¿Es aquí donde se necesita una niñita de compañía?

-Si, pase usted.

-¿Puedo hablar con la señora que puso el aviso en el diario?

-Con ella habla.

-Vengo a ofrecer a mi hija para lo que usted desea.

_Si, está bien, me agrada la niñita…

Y la señora da una mirada casi médica a la pequeña solicitante, para luego invitar a la madre a que se sentara en el hall. La madre  había puesto a su hijita las galas mejores: el vestido dominguero, los  zapatos recién compuestos, el cabello aderezado con una cinta de color y las manos bien cuidadas. En los ojos claros de la niñita existía el candor de su edad, reflejándose la única idea que dominaba su mente, por lo que te había dicho su madre; “Tú vas a vivir en casa de una buena señora para jugar con la niñita de allí”.

La conversación siguió y se habló del objeto específico del aviso: una niñita de compañía para la pequeña de la casa, flor muy animada por ser única, consentida y rezongona. Su soledad se había juzgado perniciosa y, por ende, en un afán de eliminar ese peligro, se pensó en la “niñita de compañía”. Se combatiría el hastío y la soledad de la pequeña dueña de casa…

Los detalles del contrato fueron interesantes: Pago mensual, alojamiento en la casa, todas las atenciones a igual que la amita y salida una vez a la semana para ver a su madre. Pero en el convenio se incluyó una clausula dolorosa, que quizás en el anhelo de obtener el empleo la madre no reparó. Se trataba de que la niñita de compañía necesariamente tenía que perder en todos los juegos, en el “pillarse”, en el “luche”, en “el partido” etc.  Jamás podría ganar la niñita de compañía, porque la molestia para la pequeña dueña de casa podría ser perjudicial!...

Esto, mis lectores, ocurrió hace muchos años. Hoy la que fuera una “niñita de compañía” es una mujer hecha y derecha, con una psiquis que muestra las huellas de aquellos días lejanos cuando por la obligación de un convenio tenía que perder irremediablemente hasta  en lo más mínimo. Desarrolló un complejo que le hace perseguir el  triunfo. Es ahora una mujer que pone en todo un deseo loco de victoria y para ello ha entrado en la política. En éstos días de fiebre partidista se le puede ver en reuniones en la calle, en todas partes, discutiendo con el ansia de no perder en lo más mínimo. Le encontramos razón…Cuando fue niñita perdió tantas, pero tantas veces en los juegos por obligación. Está bien ahora que gane en el juego de la política, no por obligación, sino por convicción.


Recopilación por: Alejandro Glade R.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Las joyas de Goethe

 Por: Victoriano Reyes Covarrubias. Victoriano Reyes C. Las joyas que regaló Goethe no fueron sólo como el anillo de Carlota Buff, la heroín...