viernes, 25 de septiembre de 2015

Defensa Lírica.

Las Ultimas Noticias, Jueves 26 de Junio de 1952

V.R.C.

     Hasta hace poco los únicos chilenos que se sabían de memoria la Canción Nacional eran los pascuenses. Esto lo hicimos notar en una oportunidad, para poner en primer plano el desconocimiento que se tenía en el Continente de la letra de nuestro himno patrio. A menudo se comenzaba muy bien, pero luego fallaba la letra y se seguía entonando el himno con un murmullo o un galimatías que se perdía en la música.



Ahora, ocurre que la Canción Nacional ha sido aprendida por muchos aquí en la capital, lo que es plausible, pero el interés que han puesto en ello es especialísimo. Y lo diré aunque algunos se enojen. La canción Nacional se ha aprendido de memoria ahora como una necesidad para defenderse de la acción policial. Si se encuentra a una persona que  no se sabe la Canción, seguramente no es huelguista de algo. Porque se ha visto en los diversos tumultos, en los mítines de huelguistas, que cuando las cosas llegan a la dispersión, al momento los manifestantes entonan el himno y así consiguen que la acción para el despeje se anule. Como se ve la función que se le ha dado al himno patrio es sui generis. Es cierto que en los teatros cuando hay un temblor a un amago de incendio, se coloca el disco de rigor para aplacar los ánimos. Antes, cuando había orquestas, los músicos, aunque tiritones, trataban de aplacar a los demás ejecutantes.

Los habitantes de la lejana Rapa Nui aprendieron las estrofas por patriotismo. En cambio por aquí la causa es diferente. Sirve de coraza defensiva en los apuros callejeros ante la autoridad.

La bandera chilena también sirve para zanjar dificultades. Hace poco en el Estadio Nacional, cuando se realizó el partido entre Chile y Brasil, en que se definía el Campeonato Panamericano de Fútbol, hubo una refriega entre los espectadores de la galería. La cosa se ponía casi sangrienta en la lucha por una ubicación en lo alto, y de entre toda la aglomeración, alguien sacó una bandera chilena de un metro cincuenta y la colocó a viva fuerza entre los dos contrincantes, Y todo se acabó como un milagro. Las bofetadas desaparecieron, el gesto se cambió de  duro a sonriente y luego los dos peleadores se abrazaron. El público cercano aplaudió y abrió paso para que los “ex enemigos” pudieran instalarse cómodamente en la cumbre de la gradería.


La Canción Nacional y la bandera sirven así como apaciguadores de los ánimos alterados. Es curiosa la química sentimental de todo esto, porque en otras ocasiones los símbolos de nuestra patria, uno lírico y otro visual sirven para levantar los ánimos caídos y mirar hacia adelante con fe y resolución.


Recopilación por: Alejandro Glade R.



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