miércoles, 30 de septiembre de 2015

Cine, Pintura y Alcohol



        Un sujeto que es internado para un tratamiento de un mes sale a la calle nuevamente con la misma inclinación por la bebida. Ese mes sólo ha sido de “descanso”. ¿Y el estado de idiotez? Mucho se ha dicho también del alcoholismo de la gente pobre que apenas tiene una “mano de gato” de escuela.

Los métodos de tratamiento, cuando son biológicos, son iguales en el fondo para todos sin distinción, pero la curación por la vergüenza solamente puede alcanzarse en determinados tipos de individuos.

Es una lástima que en nuestro país el metro de película cinematográfica cueste un ojo de la cara. Este es un espléndido medio de curación, no tanto por ver a un artista interpretar las etapas de la embriaguez en los humanos, sino para filmar las escenas interpretadas inconscientemente por el paciente mismo. Actualmente en Estados Unidos, a ciertos sujetos que tienen educación, pero que la pierden poco a poco con el embrutecimiento del alcohol, se les aplica el método de la vergüenza. 

Cuando están beodos, provocando escenas chocantes y hasta obscenas, con tambaleos, mirada torva, boca deformada y salivosa, la máquina filmadora los enfoca y hasta recoge con sonido los movimientos y las palabras groseras con timbre feroz que puedan pronunciar al enfrentarse con otras personas que están normales y que intencionalmente tratan de enhebrar una conversación también normal. Esta cinta así obtenida se exhibe después al paciente en sus estados de lucidez, aunque sean fugaces. Los resultados de éste método de la vergüenza han sido felices en el 70% de los casos. Por supuesto, como dijimos, la educación del paciente es un factor importante. Se puede vencer la tiranía de las células que piden alcohol a gritos. La cooperación decidida del paciente para su propia cura surge por arte de milagro.

Otro método modernísimo para la cura de la embriaguez es el inventado por el pintor norteamericano Rodney Clarke, en quien no tuvo éxito la “cura por la vergüenza”; sin embargo, recurrió él mismo a 33 acuarelas que hasta el momento han causado una intensa discusión entre artistas, psiquiatras y psicólogos. Esos cuadros son impresiones fotográficas vívidas y brutales de los sueños alcohólicos. Al analizar las pinturas de estos sueños el artista se enfrentó con un problema que él mismo no podía resolver; el problema de la vida. Su vida era un fracaso, pues tenía que depender de otros. Y comprendió que debía asumir la responsabilidad y la valentía de afrontar él mismo la vida y responder a sus problemas.


Estos son tratamientos caros, pero habría que buscar aquí la vergüenza aunque fuera con fotografías instantáneas.  ¡Cuántos dramas familiares se ahondan cada día!



Recopilación por: Alejandro Glade R.






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