V.R.C. |
Durante los últimos cincuenta
años el hombre y su mundo han sufrido grandes cambios. Esto ha producido
confusión y desconcierto, aunque aparentemente se observe un andar acompasado y
una calma en el hablar. La procesión por dentro lleva muchos estandartes...
Cada día que pasa un mayor número
de personas acude a los médicos psiquiatras para lograr una solución de sus
problemas. Y se les consulta no sólo por temor a una camisa de fuerza.
El fenómeno es mundial, porque no
hay país al margen de la evolución, salvo algunos contados parajes aislados que
no tardarán en caer en la línea.
La desaparición de la casa
familiar, es decir, la casa grande en que viven tres o cuatro generaciones simultáneamente;
el debilitamiento del espíritu religioso y la nueva actitud de la mujer frente
al hombre, son causales de trance por el cual
se pasa con grandes dificultades. Si cayera un hombre de Marte – libre de
prejuicios terrenos - vería
al momento que la mujer, privada de sus prerrogativas que la presentaban
como un ser delicado, busca retribución en un frenesí de agresiones y
frustraciones. La mujer de hoy se ha sentido lastimada con la igualdad del tipo
que conocemos, por lo tanto no es preciso volver a des agradables posiciones de
antaño, sino reajustar psicológicamente la situación y suavizar la aspereza
creada por los modernos métodos de vida.
Por razones obvias, la casa para
el familión es imposible en estos tiempos. Primero, cuesta caro, y luego, la
tendencia de “cada uno para su santo”, desparrama la familia. La mesa clásica,
junto a la cual se reunían todos, no existe, porque los horarios y los
compromisos son diferentes; las ambiciones dispares y cada miembro de la
familia quiere “vivir su vida”. Esto produce preocupación y, por ende, un
inevitable quebrantamiento nervioso.
La “batalla de los sexos”, es
decir, la lucha de la igualdad de la mujer frente al hombre, también tiene
muchas bajas. En la trinchera, antes de entrar en batalla, los nervios se
crispan y el abatimiento invade. Después del combate, visto todo con honradez,
no hay vencedores ni vencidos, aunque el campo haya sido arrasado por la metralla
y las bombas. Los resultados, cualesquiera que sean, son aparentes.
El nexo religioso, que antes unía
familiarmente, ha sido dejado de mano, para ser reemplazado por otros intereses
carentes de espiritualidad. Esto lo decimos porque hasta los mincoplos de la
isla Andamán vuelven los ojos al cielo cuando están en apuros.
Y es evidente, que si en esa isla
hubiese un psiquiatra, los isleños llenarían su clínica, pidiendo la receta
para arreglar sus males. La época, sin duda, necesita tratamiento, porque si sigue
así, está condenada a un rotundo fracaso nervioso….
Recopilación por: Alejandro Glade
R.
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