HA VUELTO EL CHARLESTON, baile
que al comienzo de la década del veinte, hizo furor en nuestro país. Vino, por
supuesto, del extranjero y encontró fácil acomodo entre la juventud de aquel
tiempo. La “flapper” de post guerra, con su pollera corta, sus medias claras y
su ademán suelto, lo bailaba a las mil maravillas. Pero el tiempo se ha
encargado de suavizarlo un poco, no en el ritmo, sino en las figuras que se
hacen con las piernas. Hemos visto bailar el Charleston de ahora y nos resulta
un tanto monótono en los movimientos de los
bailarines. Por supuesto que hay algunos que ponen mayor agilidad,
pero son tildados de “excéntricos”.
Pero lo más interesante es la
reacción que se opera en el hombre maduro de hoy que bailó el Charleston hace
treinta años, cuando en las orquestas se utilizaba el banjo. Se bailaba en ese
tiempo al compás de conjuntos musicales, orquestas de jazz, y no como ahora con
radio o electrolas. La falta de agilidad de los bailarines maduros de ahora
tiene su disculpa en la fuente musical. Algunos dicen:
-Con orquesta se podía bailar muy
bien.
Sin embargo olvidan que son sus
articulaciones las que no están bien
para mover las piernas en el vértigo del baile: El Charleston exige
energía muscular y no una orquesta. Con
el progreso de la electrónica, un disco fonográfico se puede utilizar a la
perfección. Empero, la artritis o la falta de elasticidad o tonicidad de
los músculos solamente necesita un
tratamiento médico.
Hemos visto a uno de estos caballeros maduros bailar Charleston, a
su manera. Apenas ha alcanzado a
terminar el baile y se ha sentado con el corazón enloquecido, resoplando y con
pocos deseos de seguir en la jarana.
Culpa de todo al ambiente, al calor, a la música, pero olvida que han
transcurrido tres décadas desde aquellos días en que brincaba y hacía figuras
en los salones. Y se tiene que contentar, en seguida, con un vals lento o un
foxtrot adormilado.
El Charleston volvió para la
juventud. Cuando apareció por primera vez los maduros de aquel tiempo tuvieron
que verlo bailar y nada más, igual como hoy lo hacen los entrados en años. Aunque
recuerden sonrientes que también fueron terribles para el baile estrepitoso.
Cada cosa con su tiempo.
Recopilación por: Alejandro Glade
R.
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