V.R.C. |
Las personas que no pueden salir
a veranear por múltiples motivos, quedan anclados como lanchones viejos en la
bahía monótona de la gran ciudad. La falta de dinero, el permiso que no se
consigue, el feriado legal que no coincide con la época de calor, los compromisos que no
sueltan, es decir, si se logra el dinero
hay que pagar primero las cuentas, y después, si sobra, entonces… Y si no sobra
nada, quedar con el ánimo achicharrado, molido, mientras en sueños se escucha
el romper de las olas en la playa.
Podemos ver por las calles a
estos seres que llevan su infelicidad a cuestas. ¿No será un fenómeno
psicológico, aunque salga humo de la espalda por los azotes del sol? El veraneo
lo asociamos únicamente, por la palabra misma, con la estación estival y de
allí el mareo de hierro que se impone ¿Por qué no usamos la palabra
“vacaciones” para aliviar un poco la amargura. Las vacaciones pueden tomarse en
cualquier época del año, aunque sea en invierno. Se dirá que esto constituye
una estupidez, pero es preciso salir del
marco de hierro aunque algunos se disgusten.
Plaza de Iquique 1950 |
Las autoridades de turismo tienen
en cuenta esto. Y hay propósitos bien fundados para mejorar el transporte y los
hoteles para dar vida turística a las ciudades norteñas. ¿Por qué toda esa
inmensa zona ha de estar abandonada? ¿Por qué las vacaciones deben estar
monopolizadas por tres o cuatro puntos de la zona central. El mar es bello
también en el norte y el Sol brilla y quema, cuando en el centro y en el sur
los “veraneados” están dando diente con diente en los meses del crudo invierno.
Recopilación por: Alejandro Glade R.
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